Carmen Maura fue una de las estrellas del Festival de San Sebastián, donde fue reconocida con el Premio Donostia, el primero concedido a una actriz española.
Maura, que también acudió para presentar ‘Las brujas de Zugarramurdi’, concedió una entrevista a Cinemascomics.com.
Se ha dicho de la película de Álex de la Iglesia que tiene algo de machista, ¿qué piensa sobre ello?
Nunca puede ser una película contra las mujeres porque él adora a las mujeres: pequeñas, altas, gordas, flacas, de todo. No lo es para nada. A Álex le divierte ponernos de muy malas porque siempre ha pensado que somos muy potentes, muy fuertes. Siempre ha pensado que somos más fuertes y más listas… y yo creo que tiene razón.
¿Cómo fue el rodaje en ‘Las brujas de Zugarramurdi’?
‘Las brujas de Zugarramurdi’ muy dura para Álex, con muchos efectos, mucha gente, mucho especialista… En las cuevas fue una locura, muchísimos extras. Nunca he visto a unos figurantes tan entregados. Aguantaron noches enteras sin parar de correr, ir de un sitio a otro y gritar. El comportamiento de las mujeres de Zugarramurdi y los pueblos de alrededor fue ejemplar. Estuvieron entusiasmadas, nunca he tenido enfrente a unos extras así. Había cerca de mil mujeres, no hubo efectos de ordenador en ese sentido.
Por lo que cuenta, el trabajo de Álex fue muy duro.
Trabajé con él en ‘La comunidad’ y el trabajo de Álex en la película fue muy duro pero ni comparación con el que tuvo en ‘Las brujas de Zugarramurdi’. Tuvimos suerte porque los primeros días no llovió pero cuando comenzó a llover fue un follón: brujas resbalándose y cayendo al suelo, goterones en la cabeza… El rodaje tuvo mucho mérito y le deseo toda la suerte del mundo a Álex, que vaya mucha gente a verla al cine y… ¡que no la bajen de Internet! Además, creo que no es una película para verla en la pantalla del ordenador, ni siquiera en la tele.
¿Cómo fue el momento en el que descuelga el teléfono y le dicen que va a ser el próximo Premio Donostia?
Fue Álex quien me llamó, pero era secreto porque me lo tenían que decir los del Festival. Entonces me dijo (susurrando): “No se lo puedes decir a nadie pero… ¡te van a dar el Donostia!”. Mi primera reacción fue decir: “¡Pero ese es el de las extranjeras!” Y creí que se estaba equivocando. Me gustó mucho la emoción que tenía él. Le hacía una ilusión muy especial y además sé que me tiene mucho cariño.
No como otros…
Bueno, de eso no puedo hablar porque se enfada… es incómodo porque me preguntan siempre por Almodóvar en el mundo entero. Además, yo siempre digo lo que pienso, siempre de broma, no soy una persona violenta, pero se enfada. Se lo toma mal, se pica y no merece la pena. La última vez fue un escándalo y no quiero salir en Internet hablando mal de nadie. No me van los líos.
Volviendo a lo de antes, ¿cree que el Festival valora poco el producto nacional?
Entiendo la actitud del Festival de San Sebastián. Al dárselo a actrices de la talla de Meryl Streep se aseguran de que vengan y eso da caché. Además ellas vienen encantadas, ya que se nos aloja en una suite increíble con jacuzzi en el Hotel María Cristina, comemos muy bien… Creo que conmigo se abre un nuevo camino de posibilidades. En este país hay actrices de gran calidad pero no estamos en aquel medio y nuestras películas carecen del impacto de las de ellas. Pero aquí hay actores y actrices que no tienen nada que envidiar a las de ningún otro país.
¿Cómo fue trabajar con Francis Ford Coppola en ‘Tetro’?
Fue un papel pequeño. Lo que me sorprendió de Coppola son las condiciones en las que rueda. Si me ha oído las cosas que he ido diciendo por ahí igual se enfada, aunque no creo porque tiene un gran sentido del humor. Al ser una película de autor, se contrataban a actores argentinos por una miseria como figurantes. Pero claro, todos decían que sí por ser Coppola. Nosotras, Maribel (Verdú) y yo, veníamos contratadas de aquí pero a los demás les dije muchos discursos de que no podían permitir aquello. Debido a los problemas que tuvo con los sindicatos, Coppola dijo a los medios que, de saber aquello, se hubiera ido a rodar a Chile. Esas ordinarieces no las tenemos que consentir. Pero Coppola me calló genial porque me trató muy bien. Me hizo aprenderme el guion de memoria en castellano y en inglés. No lo había hecho nunca y fue muy divertido. Además, cuando llegué el rodaje ya estaba empezado y todo el equipo tenía ojeras porque no había sitio para descansar, gente casi sin ropa… eran unas condiciones lamentables. Si consentimos este tipo de cosas volverán a pasar. Si quiere hacer una película pequeñita que la haga en su finca con su familia. Es como cuando Woody Allen vino a rodar ‘Vicky Cristina Barcelona’ y se le pidió mucho menos de lo que se pide a otros realizadores españoles que están empezando. Esta gente tiene dinero, ¡que lo saquen!
