El vicio del poder, la película que le ha valido un Globo de oro a Christian Bale y que aún no se ha estrenado en España, nos trae la historia de Dick Cheney, un callado burócrata de Washington, acabó convirtiéndose en el hombre más poderoso del mundo como vicepresidente de los Estados Unidos durante el mandato de George W. Bush.
La película, dirigida por Adam McKay, y con un elenco brillante, en apariencia, pretende contarnos de manera verosímil la historia de Cheney, pero no lo consigue.
El reparto, con Bale, Amy Adams, Steve Carell, Bill Pullman y demás funciona muy bien, son actores de gran calibre, pero sin duda alguna el punto fallido es la historia y el desarrollo de la misma. Una película que, en muchas ocasiones, intenta ser graciosa, pero no lo consigue nunca, falla estrepitosamente. Ni siquiera una sonrisa.
La película es muy lenta y muy pesada, son dos horas y pico hablado de política y lo maravilloso que es Estados Unidos, pero lo hacen mal, muy mal. Puedes hablar de política y hacer una gran película, como ocurre con Churchill o El escándalo de Ted Keneddy, pero en El vicio del poder, la cosa es diferente. Aburre; literalmente. La película narra episodios ya conocidos por el espectador medio; todos o casi todos hemos vivido en el mandato de Bush.
La película nos intenta mostrar lo fríos y calculadores que pueden llegar a ser los políticos y sus relaciones con el poder y sus obsesiones con el mismo. Esto está bien conseguido, pero aún así sigue aburriendo con la misma historia desde distintos puntos de vista.
Lo mejor de toda la película recalco que son las actuaciones, Christian Bale está muy bien y, de hecho, en los Globos de Oro, tras recibir el suyo, agradeció a Satanás por inspirarlo. Steve Carrell, en cambio, está bien, pero no es de lejos su mejor actuación. Pasable.
Si te gusta la política de los EEUU y tienes dos horas libres, adelante, si no es así… Inténtalo, al menos.
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