Michael Bay regresa con una tercera entrega de la saga ‘Transformers: El lado oscuro de la Luna’ repitiendo la formula de las dos anteriores
Han pasado algunos años desde el último enfrentamiento entre Optimus Prime y Megatron. En ‘Transformers: El lado oscuro de la Luna’ Sam Witwicky (Shia LaBeouf) ha terminado la universidad y trata de encontrar trabajo en Washington, aunque las cosas no están resultando tan fáciles como el quisiera; y los autobots colaboran con el gobierno americano para mantener la paz y vigilar el posible retorno de los Decepticons. Tras una serie de acontecimientos los autobots descubrirán que una nave aliada que se estrelló en el lado oscuro de la Luna será la clave de la carrera espacial entre EEUU y la antigua URSS que hoy conocemos y que esconde una amenaza capaz de provocar una guerra tan grande que ni los propios Autobots serán capaces de salvar la Tierra.
Crítica: Transformers: El lado oscuro de la Luna.
Michael Bay lo tenía complicado para volver a ganarse la simpatía de sus fans tras la decepcionante segunda entrega de la saga, y creo que pese a repetir la misma estructura de anteriores entregas lo ha conseguido, algunos hablan del magnífico 3D, aunque particularmente dejé de creer en este sistema hace algún tiempo, así que hablaremos de la línea argumental, un argumento que como decía podemos comparar con cualquier episodio de los Power Rangers, las tres entregas tienen un comienzo tipo introducción, en todas ellas el protagonista va corriendo de un lado para otro con la chica y un enfrentamiento final que todos sabemos como termina, pese a ello la película resulta entretenida con un gran despliegue de efectos especiales y una gran fotografía con planos muy buenos que harán las delicias de más de uno. El guión aunque algo más trabajado, desgraciadamente tenia que heredar algunas de las cosas malas de la segunda, hablo como no de algunos personajes robóticos que si bien se han cargado a los famosos gemelos, yo no me habría quedado solo en ellos.
En cuanto a las nuevas incorporaciones lamentar el poco jugo sacado a un actor de la talla de John Malkovich, cuya aparición no deja de ser meramente testimonial y lo poco que aporta la sustituta de Megan Fox a la historia, la modelo de Victoria’s Secret, Rosie Huntington Whiteley, que no deja de ser más que elemento decorativo y que una vez más hace que nos preguntemos como un tipo como Witwicky puede ligarse a una chica 10 siendo el tan solo un 5.
En definitiva una película entretenida, en el que se nota el buen hacer de Michael Bay.