En El reloj del Juicio final todos los héroes de la Tierra quedan en pie contra el Doctor Manhattan, y el destino del la humanidad está en juego
La Liga de la Justicia y todos sus aliados están en entredicho en El reloj del juicio final, la teoría de los superhombres parece demostrada, y el mundo exige explicaciones, exige la verdad. Pero los héroes no están, se dirigen a Marte, a conocer a dios, a enfrentarse a dios, sin Superman, sin Batman.
Firestorm ha explotado en medio de la Plaza Roja, el mundo lo ha visto, y Superman lo ha ayudado. El polvorín está a punto de explotar, pero la Liga cree que ha encontrado al que ha encendido la mecha, y van a resolver el problema definitivamente, van a detener al Dr. Manhattan. O a intentarlo. Mientras, Luthor revela a Lois la verdad sobre los héroes olvidados, Batman despierta con respuestas, y Wonder Woman acepta su responsabilidad como embajadora para explicar lo que está sucediendo. El resultado, impredecible, una nube de taquiones nubla la visión del ser más poderoso de la creación. Todos pueden equivocarse, errar, son humanos, pero si te enfrentas a dios, más te vale estar preparado para perder.
La historia se encamina al final, no es el enfrentamiento que decidirá todo, es el primer asalto de una pelea que nadie quiere. El tiempo es confuso, pero la verdad es que los héroes tampoco han prestado a atención, solo unos pocos se han preparado, y tienen que dar un paso al frente para detener el fin del mundo. El reloj del juicio final está avanzando, falta poco para la medianoche.
Geoff Johns mantiene la tónica de los secretos que se desvelan poco a poco para construir esta continuación de Watchmen, y al igual que en su predecesora el ritmo es importante, el tic tac del reloj sigue siendo la base de todo. Pero no en este número, aquí las revelaciones comienzan pero no terminan, el plan de Ozymandias vuelve a ser la clave, y esta vez hay dos mundos en juego.
El escritor ha comenzado a cerrar la historia, deja que las tramas se desvelan, y lleguen a un punto en el que ya no queda sino revelar las soluciones, pero para ello tienen que ocurrir varios eventos, y sobre todo tiene que aclarar el trabajo de Manhattan en el universo DC. La serie comenzó con una mentira, y un buen número de incógnitas que poco a poco se han resultado, pero han dejado paso a nuevas cuestiones. Johns nos ha trasladado del universo de Watchmen al del Universo DC poco a poco, porque esa era la intención del escritor. Es una historia del universo delos superhéroes no de los vigilantes de Alan Moore y Dave Gibbons, y si bien ha tardado, por fin nos ha dejado claro que la creación de los dos británicos está incorrupta, tal como la dejaron. Pero para los habitantes de las otras 51 tierras, son otra historia, y esta tierra inicial, es la que va a sufrir las consecuencias de jugar con el tiempo.
En esta entrega Gary Frank ha podido jugar con todos los héroes DC sin problema, dando su visión, clásica de todos ellos, y en una pelea que no pueden ganar. Muestra todo lo que Johns plantea de una forma inteligente, comprensible, de forma que hasta la transformación de la magia en un concepto estudiable y el poder de los anillos en una simple máquina, resulte breve y visual de una forma inteligible y sencilla. Frank por fin puede soltarse la melena un poco, a pesar de seguir restringido por la estructura de las viñetas que imitan el ritmo de un reloj, se deja la piel en crear un enfrentamiento con dios tan rápido como fluido, como un niño jugando con insectos, pero con esa mirada de compasión del cocinero al dejar caer la langosta al agua hirviendo.
Queda poco, se acerca el final, y aún no sabemos si el reloj llegará a dar la medianoche, 12 campanadas que pueden significar el fin del universo.