La secta satánica liderada por Drácula le ofrece una esposa y el pasado regresa a su mente. Mientras, los enemigos se arremolinan contra el príncipe de las tinieblas
El tomo 7 de La Tumba de Drácula, la legendaria serie visita espacios incómodos para la época como el satanismo y los sacrificios. Y de paso reúne a los grandes enemigos del vampiro, y a los de Blade. Deacon Frost regresa para pelear en una batalla donde se unirá el detective no muerto más popular de Marvel: Hannibal King.
Drácula era el líder de una secta satánica y los procesos de la misma acaban por crear algunas dudas respecto a sus planes, y a la humanidad, mientras en el seno de la misma organización ya aparece un disidente con ansias de poder. Pero el pasado nunca deja tranquilo al vampiro, y su regreso es siempre una certeza, sus enemigos se reúnen, pero no eso no significa que sean aliados entre ellos. El cazavampiros Blade, Drake y Van Helsing, Hannibal King, están unidos por las circunstancias, pero Deacon Frost, el vampiro culpable del estado de Blade, no lo es. Los planes de Drácula siempre avanzan, aunque lo derroten en batallas, la gran guerra contra el vampiro nunca acaba.
Dentro del tomo, hay una historia que destaca, de la imaginación de Wolfman y Colan, a la imaginación del lector, de la imaginación de autores clásicos al papel. EL enfrentamiento definitivo entre Drácula y otras insignes figuras literarias, una pelea entre lo que en el papel es real, el vampiro, y lo que es fantasía en el papel dentro del papel. Una historia que plantea un metalenguaje al que se había recurrido en alguna ocasión, pero que aquí, a pesar de ser un momento puntual en la serie, deja ver lo que los personajes de la literatura clásica podían ofrecer. Y que mucho después, Alan Moore usó en sus Liga de los Caballeros Extraordinarios.
Invitados excepcionales
Otros invitados excepcionales son Daimon Hellstrom y su padre, Satán, el diablo original. EN Marvel el concepto del ángel caído original no existía, con un Mefisto que ejercía de Diablo, de tentador, pero con un carácter no religioso, al igual que los dioses eran extraterrestres, Mefisto era un demonio de una dimensión paralela a la nuestra, pero no tenía relación alguna con Dios. Pero Hellstorm introdujo esa visión de la religión, si bien es cierto que recogía la tradición de ser un ser dimensional de Mefisto, pretendía dar pie al uso de metáforas cristianas. El personaje no obtuvo la popularidad para durar, pero aún a día de hoy sigue siendo interesante, lo suficiente hasta para tener una serie de TV.
Marv Wolfman sigue con su idea de mantener el plan general de Drácula, que recupera su poder, y busca establecer una base para su poder. El gran capítulo literario se une a una lucha de poder en la secta liderada por el vampiro y entre los «héroes», acentuando el drama y la potencia. EL escritor sabe cómo manejar las tramas para cambiar rápidamente antes de que nadie se haga a la idea de lo que viene después, creando esa atracción sobre el vampiro y creando la misma intranquilidad que los cazadores sufren. Wolfman dejaba así una obra casi literaria que alentaba al lector a continuar siempre.
Si el texto era un gran momento para el cómic, el arte de Colan estaba en lo más alto, creando páginas que son recordadas por todos sus lectores. Su manejo de las sombras, capaz de unir los negros con los dibujos, Colan con Palmer crearon una obra de terror en la que la oscuridad conduce al protagonista, que es un villano, y que acecha en cada página que protagonizan los “héroes”, que siempre viven bajo la a amenaza de Drácula, que vive en esa oscuridad, y podría surgir en cualquier momento.
No queda mucho para finalizar la serie, tres tomos, y poco a poco vemos a Drácula evolucionando, los sentimientos y los recuerdos empiezan a debilitar su fuerza, pero ni aun así sus enemigos pueden vencerlo. La Tumba de Drácula sigue su camino, arrollando a los buenos, y dejando cada vez más libre el camino al protagonista y villano de la obra.