Bueno, ¿Qué tal Satán? ¿El mismísimo Diablo? ¿Lucifer? ¿Belcebú? ¿El Príncipe de la Oscuridad? Le llames como le llames, aquel que gobierna el Infierno con mano de hierro lleva mucho tiempo albergando un profundo rencor contra el último czarniano, y no está dispuesto a dejar ese resentimiento sin resolver. Y por supuesto, no está en la naturaleza del Hombre rechazar una buena pelea.
Así que Lobo se va al infierno (más pronto de lo esperado, aunque hubiera terminado allí de todos modos) y empieza a destripar gente a diestro y siniestro. Pero además de estar pavimentada con buenas intenciones, botellas de cerveza y los destrozados y aullantes cuerpos de los condenados, la Autopista al Infierno da algunos giros y vueltas a lo largo del camino… ¡y le proporciona a Lobo algunas sorpresas desagradables!
Scott Ian miembro del grupo de trash metal Anthrax– firma su primera historia larga dedicada íntegramente al personaje de Lobo, formando equipo para la ocasión con Sam Kieth (creador de The Maxx), dando lugar a una historia que no defraudará a todo aquel que busque un buen rato de lectura de evasión.
Durante muchos años fui un gran devorador de todo lo que se publicaba de Lobo en nuestro país, de hecho sigue siendo un personaje que goza aún de buena salud (sólo hay que comprobar sus continuas reediciones en los últimos años –y las que vendrán-), así que os podéis imaginar la curiosidad que se apoderó de mí cuando me enteré de la edición de este llamativo tomo en cartoné por parte de ECC.
El concepto de la figura de Lobo expuesto en estas páginas por Scott Ian sigue la estela de Alan Grant y Simon Bisley, alcanzando cotas máximas de ultraviolencia e idas de olla importantes, donde no faltan líneas de diálogo repletas de referencias al mundo del heavy y demás desvaríos en forma de chistes muy efectivos en la mayoría de las ocasiones.
Con respecto al arte de Sam Kieth siempre es un placer para la vista encontrarse con este autor, pero en esta ocasión no parece estar tan acertado como en anteriores trabajos, dando como resultado una sensación de dibujo un tanto apresurado que resta enteros al conjunto final.
Mi balance tras la lectura de este Lobo: Autopista al Infierno se salda de forma positiva, porque justamente me ha dado lo que pretendía con su lectura: un simple divertimento puro y duro, enmarcado con un dibujo salvaje e impactante.
Un consejo: Abstenerse lectores que busquen un guion profundo o sesudo. ¡Lobo rules forever!