La excitación desmedida llega a nuestro sentido de la vista a través de una aventura que lleva al Doctor Extraño a tener que batallar a caballo de dos mundos diferentes. Panini Comics reserva su edición de mayor tamaño para apreciar el arte de Tradd Moore, muy influenciado por P. Craig Russell, Kevin Knowlan o Andrew MacLean.
Lo que es arriba antes era abajo
En el mundo por el que transita el Doctor Extraño no es difícil ver universos cuyos paisajes confunden a los lectores, repletos de físicas que no se corresponden con las de nuestro planeta, habitadas por seres que son complejos de entender, con diferentes metas, con mentalidades tan agresivas o tan pacíficas como el entorno que les rodea.
La mayoría de las veces el cuerpo astral de Stephen tiene que quebrarse en posturas retorcidas, fluyendo como un líquido viscoso para abrirse paso hasta el siguiente portal a una realidad que seguramente nos parezca más loca todavía. Para la historia que nos toca vivir ahora vamos a rizar el rizo, el buen doctor tendrá que asistir a un parto, pero no uno cualquiera, uno en el que la madre no va a encontrarse ni siquiera en la misma dimensión que el hijo, por lo que tendrá que hacer su trabajo como nunca antes ha experimentado.
Y como suele suceder cuando nos enfrentamos a lo desconocido, la misión no parece transcurrir por el mejor de los caminos, sobre todo por realmente no saber qué es lo que estamos haciendo en realidad, hay entidades que no se limitan a traer a su progenie de forma normal.
Por si fuera poco el propio entorno de la madre no parece el más adecuado para colaborar, una ex pareja y multitud de otros descendientes pueden opinar de manera muy diferente y participar del momento poniendo trabas que todavía lo harán todo menos amable aun. Vamos, que el Doctor Extraño no solo se enfrenta a un procedimiento novedoso, es como si el médico tuviese que estar esquivando los cuchillos que lanzan los enfermeros durante la intervención. Ni un número de circo da tanto juego.
La mutación no pasa solo por el Gen X
Desde que conocimos a Tradd Moore por sus episodios de Venom, las influencias del autor han ido acrecentándose a pasos agigantados. Desde muy pronto pudimos ver en su trazo que ciertas tendencias nos mostraban retazos del arte de P. Craig Russell y Kevin Knowlan. Esas poses forzadas y retorcidas, el aspecto con el que dibuja las manos y los dedos, son muy indicativas de lo que estamos hablando. Ahora extiende esas influencias al paisaje onírico con el que Russell suele deleitarnos en sus obras, como las adaptaciones de Elric o sus páginas en Mitos Nórdicos, o a los gestos hieráticos a los que nos acostumbra Knowlan.
Además, sus dibujos en Doctor Extraño: amanecer de otoño, nos recuerdan a los de Andrew MacLean para su descerebrada y entretenida serie titulada Head Looper. Sorprendentemente tenemos que decir que toda esa serie de influencias y parecidos no pueden sentarle mejor a Amanecer de otoño, una pequeña locura por su concepción que agradece un estilo totalmente surrealista. Las páginas sin apenas texto y dobles splash pages donde los combates cobran protagonismo gozan de una narrativa privilegiada, de una intensidad que muchas veces solo necesita de una cuenta atrás de diez segundos, lo que tardamos en desplazarnos por una sucesión de movimientos dulcificados que contrastan con la virulenta acción del momento.
El espíritu de Stan Lee y Steve Ditko
A pesar de todo lo explicado, no podemos obviar una parte muy importante de lo que estamos experimentando, una aventura que perfectamente podrían haber plasmado Lee y Ditko, heredera de esa fantasía desbordada de la que hacía gala Steve, extraída directamente del sueño más colorido que pudiera tener la época de la explosión hippie a lo largo y ancho de Estados Unidos. Porque quizás la premisa de la que parte todo es el mayor acto de amor que puede hacerse en esta existencia o cualquier otra, traer una nueva vida de la mejor forma posible.
Podemos debatir acerca de la necesidad de dotar de un gran formato a un miniserie de cuatro episodios como la que tenemos aquí, pero hay que agradecer poder disfrutarla a mayor tamaño que el de una grapa, en A3, como se lleva a cabo realmente por parte de los autores. Realmente es un espectáculo disfrutarla de este modo, lo merece realmente.
Está hecha para brillar, independientemente de su relevancia en el futuro, de si marcará un nuevo hito de obligado paso en las publicaciones del Doctor Extraño. Lo que es seguro es que se trata de un comic complejo, que obliga a un esfuerzo por parte del lector para ir desentrañando todo lo que hay oculto, porque Tradd Moore no ha venido a ponerlo fácil con su prosa pero sí muy vistoso a la hora de perderse entre sus lápices.
