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Reseña MARVEL Pantera Negra: Guerras de Rango. Cuando la política nos lleva a donde ninguno quiere ir

reseña marvel pantera negra: guerras de rango. cuando la política nos lleva a donde ninguno quiere ir

T’Challa / Pantera negra ya no es el monarca absoluto de Wakanda, su poder ha pasado a ejercer labores representativas y apenas se le tiene en cuenta como consultor, con envidias y rencores del pasado mediante. Panini Comics se mueve entre las sombras para posicionar los argumentos que lleven a una Guerra Civil.

Las mentiras y sus consecuencias

Pantera Negra ha fallado a los suyos, les ha engañado como parte de sus funciones al frente de la nación de Wakanda, para protegerlos, pero también para ocultar sus propias acciones, sobre todo aquellas especialmente censurables por cualquiera que le tuviera aprecio, incluida la hasta no hace mucho su esposa Ororo, la líder mutante más conocida como Tormenta. Ahora tiene que hacer frente al Gobierno encabezado por la Primera Ministra Folasade y a las fuerzas policiales secretas, ejemplificadas en los Hatut Zeraze y su líder Akili, primero para huir de los fanáticos que quieren eliminarle y después para evitar el conflicto de intereses entre Folasade y Akili que puede conducir al país a una confrontación abierta entre sus propios ciudadanos.

Wakanda no quiere volver a los tiempos en los que T’Challa era el rey soberano bajo el que caía la responsabilidad de todas las decisiones, quiere una democracia moderna aunque no pueda evitar la corrupción de sus propios responsables políticos y militares. La lucha no ha hecho más que comenzar y aunque Pantera Negra tiene claro lo que quiere para su antiguo pueblo, puede que otros tengan mucho que decir y que no le guste oír, aunque en su corazón sabe perfectamente donde está la línea que debe permitir, la que haga a Wakanda grande, fuerte y faro referencial de la humanidad.

Sospechosos habituales

A nadie puede extrañarle que los aliados que le quedan al depuesto rey provengan de su círculo más íntimo. Más allá de Ororo Monroe, tenemos a su hermana Shuri y las Dora Milaje. Los motivos de cada uno son de lo más divergente pues al lazo familiar no le podemos unir la devoción por respeto de su guardia personal, la cual se debe al país y no a la figura del mentiroso pero entienden que Folasade representa mejor el futuro que el país quiere, el democrático. El guionista se aleja de esa manera de un régimen que a pesar de sus bondades, estaba regido por un superhéroe que es el Presidente de Los Vengadores, no podía permitir una forma de absolutismo vinculada a una figura casi mística que actúa como protector de la nación gracias al jugo de la hoja con forma de corazón.

John Ridley cambia el statu quo del personaje de T’Challa, dejándole sin parte de su respaldo principal. Solo, es la palabra. Parece que apenas le queda centrarse en su actividad como parte de Los Héroes más Poderosos de la Tierra. Porque después de presenciar una pequeña Guerra Civil no hay nada mejor que enfrentarse al enemigo más absurdo que podamos haber conocido, El Colonialista y su plétora de acompañantes. Un conflicto a escala espacial que nos muestra la enorme variedad de contrapuntos que se pueden enfrentar a Los Vengadores. Desde tropas expedicionarias británicas del Siglo XIX a unas bestias que sirven como alimento una vez que se han llenado del forraje necesario de una buena tierra de pastos. Todo convenientemente orquestado para hacer referencia a una parte de la historia de los Estados Unidos, los Soldados Buffalo.

La historia siempre regresa para hacernos recordar

black panther 9

No es gratuita la referencia de Ridley, es una crítica voraz al trato de los hombres de color en el ejército de los EEUU. Ya citamos en la reseña del tomo anterior que Ridley obtuvo el Oscar al mejor guion adaptado por “12 años de esclavitud” y su origen afroamericano. Los Soldados Buffalo fueron en gran parte esclavos liberados durante la Guerra de Secesión que pasaron a prestar servicio en el ejército de la Unión una vez terminado ese conflicto e iniciadas las Guerras contra los indígenas americanos, los indios de toda la vida. Suena ciertamente extraño que fuesen enviados a combatir a otra raza, siendo utilizados por el “hombre blanco” para esos menesteres.

En cuanto al dibujo tenemos al italiano Stefano Landini para cerrar el ciclo de la saga de La larga sombra, que ha ocupado un total de ocho entregas, dejando los episodios nueve y diez para ese pequeño interludio con Los Vengadores a cargo del argentino Germán Peralta. Portadas del siempre extraordinario Alex Ross para completar el arco abierto y uno más breve que dejan a T’Challa con muchas dudas, como un hombre difícil de entender porque seguramente, en muchas facetas, no se entienda ni a sí mismo.

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