Cualquier persona que pase más de 15 minutos seguidos en frente de la pantalla del ordenador sabe quién es Slender, el ‘creepypasta’ que más ruido ha hecho en todo el mundo. La mayoría de nosotros lo conocemos por el tétrico y asombrosamente cutre videojuego que los cibernautas crearon sobre él. Ni calidad, ni sangre, solo cuatro píxeles que tienen forma de bosque y la horrible sensación de que algo malo va a pasar. Este juego se creó en 2012, tres años después de su verdadero nacimiento en el foro ‘Something Awful’. Un usuario llamado Victor Surge compartió una fotografía editada por él mismo en la cual aparecía este fantasmal personaje, alto y delgado, acechando a un grupo de niños.
Por lo tanto, Slender Man es totalmente ficticio y apenas tiene cuatro años de vida. Sin embargo, este hombre del saco contemporáneo ha conseguido hacernos sudar en una época en la que ya poco nos asusta. La reacción de la gente ante este cuento (de velada de campamento) ha sido tal que ya existe película. No es una cinta grandiosa, pero es curioso verla y afirmar que en cuestión de morbo, no hay quien nos pare.
The Slender Man Movie es un proyecto estadounidense que se empecina en prolongar una historia que no puede estirarse más allá del videojuego. Su director, AJ Meadows, ha puesto demasiadas expectativas en un metraje incapaz de conectar con el espectador. Un ritmo lento y un argumento poco interesante decepcionarán al fan de este popular monstruo.
La película está camuflada en forma de documental realizado por una estudiante que encuentra accidentalmente unos misteriosos documentos de su padre, fallecido hace poco. La calidad de la cinta no es buena y el rollo serie B no resulta atractivo en este caso. El espectador se moverá la mayor parte del tiempo de noche, guiado por la luz de una linterna imitando al videojuego. No puedo decir que tenga un guion fantástico, realmente creo que se ha perdido una gran ocasión de hacer una buena película.
Quizá el fallo más grave que tiene la película es la intención de poner nombre y cara a un ser que aterroriza por lo contrario. Slender no es un vampiro, no es un zombi, tampoco es el hombre del saco por más que los ‘indies’ se empecinen en demostrarlo. Slender Man es la representación de los miedos de cada uno de nosotros, lo desconocido, lo que ojalá nunca tenga que sentir de noche.