El diez de Enero de 2016, el mundo despertaba con la muerte de David Bowie. Su cuenta oficial de Twitter, inusualmente activa en días anteriores, publicó un escueto comunicado en el que anunciaban que el cantante había fallecido “en paz” rodeado de su familia tras una batalla de dieciocho meses contra el cáncer. Las primeras reacciones fueron de incredulidad y muchos se pusieron en contacto con el hijo de David, Duncan, para informarle de que alguien había hackeado la cuenta y estaba lanzando bulos maliciosos. Él confirmaría la noticia poco después con una foto de su infancia en la que se le veía a hombros de su padre.
Hay una razón por la que la desaparición de David Bowie hace hoy justo un año causó tantas sorpresas. Normalmente el público cree que las “estrellas” (palabra importante en este último especial) son inmutables, y ni envejecen ni cambian con el tiempo. Que personalidades tan grandes como Prince, Michael Jackson, Alan Rickman o el propio Bowie desaparezcan es todo un shock para aquellos que jamás le han visto en persona, pero que a través de las pantallas o emisoras de radio han llegado a conocerles como parientes lejanos de los que sabemos de vez en cuando. Pero además, Bowie estaba de moda porque dos días antes había celebrado su sesenta y nueve cumpleaños publicando disco, lanzando un videoclip y apadrinando un musical de Broadway basado en The Man Who Fell To Earth. Así que la noticia nos dejaba a todos con muchísimas preguntas, como si el hombre del rayo en la frente hubiese sufrido algún tipo de percance repentino que hubiese interrumpido lo que estaba haciendo.
El periodo de silencio
Ahora bien. Mientras toda la biografía de David Bowie está más o menos documentada, al analizar sus últimos años entramos directamente en el terreno de la especulación. Poco se sabe de él desde que fue operado de urgencia en Hamburgo en 2004, tras sufrir un ataque al corazón, y había mantenido un espeso silencio sobre su vida que daba a entender a todos que, como su adorado Elvis Presley, se había retirado a sus dominios para nunca volver a salir. Pero eso no es del todo cierto. David no tenía un Graceland o un Neverland donde recluirse para no tener contacto con la sociedad, sino que siguiendo el ejemplo de su viejo y lejano amigo John Lennon, continuó viviendo en el centro de Nueva York. Y poco después regresó a las pantallas aunque manteniendo un perfil muy bajo. Aunque hubo un tiempo que se contentó con rodar cameos para Zoolander, tras el gran susto dio al fin con el que sería el mejor papel de su carrera interpretando a Nikola Tesla en El Truco Final, de Christopher Nolan, donde por primera vez, su famoso nombre y rostro quedaban a la sombra del personaje y muchos no fueron conscientes de su presencia hasta que aparecieron los créditos. También, en un registro muy diferente, apareció en la comedia británica Extras, donde encarnó una versión muy desagradable de sí mismo en la que improvisaba una canción para reírse del personaje de Ricky Gervais. Solo volvió a subirse a un escenario en dos ocasiones, ambas con propósitos benéficos. Una de ellas fue un concierto conjunto que dio con Arcade Fire en Nueva York, donde llevó un falso ojo morado y un vendaje en honor a las víctimas del Katrina. Apareció como un hombre maduro que ha dejado atrás toda la locura de sus años jóvenes y al que solo le queda la elegancia de un buen traje y su voz, un poco más baja, pero igual de cautivadora. Su última actuación sería con Alicia Keys, pero la que mejor puede encontrarse en internet es su versión de Life on Mars, acompañado solamente de un piano, donde conseguía elevarse hasta la categoría de otras leyendas como Frank Sinatra.
Los fans que querían saber algo de él tenían que recurrir a su página web, donde cada vez había menos actos programados, salvo alguna esporádica colaboración en la que Bowie puso voz a un personaje de la serie Bob Esponja. Imán acudía sola a las galas filantrópicas en las que suele participar, y del propio David solo se supo una vez, en 2009, cuando apareció discretamente en la premiere de la película Moon, con la que Duncan por fin encontraba su lugar en la industria del cine tras haberse interesado en él por primera vez en el set de las películas en las que había participado su padre.
Regreso, despedida…
El 8 De Enero de 2013, Bowie anunció por sorpresa su regreso con un nuevo disco, titulado The Next Day. En la era internet, fue todo un logro que durante los dos años que duró la grabación del álbum, ninguno de los músicos ni colaboradores filtrasen nada a la prensa. La portada jugaba con la autoconsciente imagen del artista con una modificación de su famoso Heroes, y debutó con una balada muy íntima y nostálgica titulada Where are we now? En ella, Bowie se preguntaba dónde habían quedado todos aquellos momentos pasados, haciendo sobre todo referencia a su etapa en Berlín. Se escogió esta canción y no cualquier otra como primer single cuando el productor Tony Visconti aseguró que el shock de su regreso iba a ser tan grande, que la gente tardaría tiempo en asimilarlo. El videoclip que acompañaba al tema era extraño y lleno de muñecas, donde el rostro de David aparecía sobreimpreso en una de ellas.
The Next Day llegó a los primeros puestos tanto en Reino Unido como en EEUU, y añadió tres singles más que casaban mejor con la rebeldía típica de Bowie, adentrándonos en un burdel lleno de sacerdotes católicos y prostitutas llenas de estigmas interpretados por Gary Oldman y Marion Cotillard.
Pero la canción más importante de este disco, es sin duda la rockera The Stars (are out tonight). En ella, Bowie aparece como un aburrido hombre familiar que vive junto a su esposa (una extrañísima Tilda Swinton), acosado por las hordas de jóvenes estrellas que quieren tener un atisbo de una vieja gloria como él. Como siempre la palabra “estrella” tiene un papel fundamental en la obra del cantante, ya que habla de aquellas “que están cerca del suelo, nunca del cielo, y de las que esperamos que no mueran nunca”. Casi parece repetir las mismas palabras de Lennon, cuando se quejaba de que el público jamás quedaría saciado de canciones y discos de Los Beatles, “¿Qué más quieren?” llegaría a preguntar. Asediado por recuerdos, tanto David como su esposa son atraídos de nuevo hacia la fama, y acaban admitiendo su papel en el mundo con la frase “esto es lo que hacemos”.
Bowie había vuelto, pero no lo hizo del todo. No hubo giras, y es probable que nadie las esperara ya que años antes comentaba que no entendía por qué los Rolling Stones o él se veían obligados a dar conciertos a estas alturas. Su representante afirmaría después que él y Phil Collins se habían retirado para siempre de los escenarios. De forma previsible tampoco dio entrevistas, sino que respondió a los medios dando una lista de cuarenta y dos palabras que le habían inspirado para crear el álbum y donde los fans y estudiosos de la obra buscaron las conexiones entre términos tan extraños como “Efigie, Indulgencia, Aislamiento, Venganza, Ósmosis, Patrulla de reclutamiento, Desplazado, Vuelo o Repoblación”. Estos conceptos podrían haberle servido para construir el armazón y alma de The Next Day de una forma muy similar a la famosa técnica del recorte que exploramos en especiales anteriores, y donde lo que se busca es una resonancia obtenida, tal vez al azar, de la disección y mezcla de los elementos.
Tres años más tarde parecía que repetía el esquema de anunciar un disco por su cumpleaños. Blackstar salió a la venta el 8 de Enero de 2016, igual de estrafalario que siempre en lo que parecía ser un nuevo personaje, el Blind Prophet, con una venda sobre los ojos. A la vez, Duncan le deseaba “mucha suerte” a través de Twitter y su esposa Iman, aficionada al Instagram, publicaba un texto que afirmaba que “no conocíamos el valor de un momento hasta que se convertía en un recuerdo”. Dos días más tarde, Bowie se había ido.
Pronto fueron emergiendo los detalles, como que había sufrido un cáncer de hígado que se había extendido por todo su cuerpo en Noviembre de 2015, y que durante los últimos años de su vida podría haber padecido seis ataques al corazón más. Es posible que sus largos excesos cocainómanos le estuviesen pasando factura, y que su debilidad influyese muchísimo a la hora de lidiar con la enfermedad que le sentenció cuando parecía haber encontrado la tranquilidad. Ni siquiera se lo dijo a sus mejores amigos, como Gary Oldman, de quien se despidió días antes de fallecer a través de e-mail, como hizo con otros allegados. A quien sí se lo dijo fue al director del musical Lazarus Ivo Van Hove, “por si algún día no podía continuar”. En las imágenes que salieron tras su muerte, se ve a David en los ensayos de la obra con un aspecto muy desmejorado y cuesta creer que nadie lanzase un rumor, un tweet, o un comentario, sobre la delicada salud del cantante. Incluso se quedó completamente calvo por la quimioterapia en algún momento de 2014.
Al conocerse los pormenores de su enfermedad, muchos analizaron Blackstar, que resultó ser el testamento artístico de uno de los hombres más geniales del Siglo XX, consciente de su importancia como icono de la música, y también de su destino. Así, el videoclip de Blackstar nos coloca en un planeta extraño donde una chica alienígena encuentra los restos de un viejo traje de astronauta, que podría ser el viejo Mayor Tom, del que no sabíamos nada desde Ashes to Ashes. El traje, que incluye un smiley, es una referencia clara a los versos de la canción I am “happy, hope you are happy too”. Parece ser que el astronauta flotó en el espacio durante un tiempo antes de acabar en tan enigmático lugar, donde la chica, al levantar la visera de su escafandra, encuentra un cráneo enjoyado que simboliza la muerte y que ella se lleva a su poblado, donde se la enseña al resto de habitantes, que caen en éxtasis y convierten la calavera en objeto de adoración. El resto del esqueleto del Mayor Tom es elevado poco después hasta las entrañas de una estrella negra, simbolizando que la parte mortal del personaje, y tal vez del propio Bowie, desaparecen al fin, dejando solo su legado y visión, que se convierten en una Biblia para sus seguidores.
Pero no es hasta el videoclip Lazarus donde más claramente sabemos que David se estaba despidiendo al escribir una balada fúnebre en la que aparece postrado en la cama de un hospital, aferrándose a la sábana, mientras afirma estar en el cielo, colocado por la medicación, y habiendo sufrido lo indecible. Un primer plano nos revela no al Bowie crepuscular sino al David Jones enfermo terminal, un ser de carne y hueso que rescata el vestuario de su época del pelo cobrizo, y que asegura que de esa forma, o de ninguna otra, será libre. La calavera del Mayor Tom descansa sobre una mesa, tal vez recreando el ritual masón en el que los iniciados se encierran junto con un cráneo para escribir su testamento. Mientras tiene un último arrebato creativo, Bowie escribe consciente de que se le acaba el tiempo, aprovechando hasta el último trozo de papel, o último minuto de su vida, y finalmente mira a la cámara. Allí, él es consciente de que nos dice adiós, y camina hacia el armario, metiéndose dentro y cerrando él mismo la puerta, como dijo una vez que había hecho con el viejo Ziggy. Así, se entendía finalmente el significado de Blackstar, y de que la portada del disco fuese la primera en toda su carrera en la que no aparecía su rostro de ojos dispares. Dicen que en astronomía una estrella negra es una figura cósmica al borde del colapso y la desaparición, pero también podría hacer referencia a una de esas estrellas pegadas a la tierra de las que habló en The Next Day, una que ahora estaba de luto y por eso, completamente negra.
…y cierre.
Lesley-Ann Jones, periodista especializada en la industria de la música y biógrafa de Freddie Mercury, encendió la polémica al afirmar en Daily Mail que la muerte de Bowie dos días después de su cumpleaños no había sido casual. Según ella, un hombre que controlaba hasta el más mínimo detalle de su vida parecía haber puesto mucho empeño en publicar su álbum más grande en una fecha especial, desapareciendo justo un par de días más tarde, consiguiendo así que ambas noticias no se solaparan, sino que pareciese el último acto de una gran obra de teatro. Varios conocidos del artista se habrían puesto en contacto con ella para asegurarle que en realidad, David eligió la fecha de su muerte a través de un suicidio asistido, un procedimiento médico muy polémico al borde de la legalidad. La familia no quiso hacer declaraciones, ni siquiera para refutar la historia, y poco a poco, muchos creen que Bowie practicó la eutanasia para ahorrarse unos pocos días de dolor innecesario al saber que ya no podía hacerse nada por él. Quizá por eso, muchos ven en el comunicado publicado en Twitter, que ese “en paz” significaba finalmente que se había ido tranquilo y en sus propios términos. Fue incinerado en Nueva York siguiendo unas directrices muy estrictas, como que no estuviese presente ninguno de sus familiares, y su testamento se dividió entre Iman, Duncan, su hija Alexandría y varios amigos como Coco Schwab.
A pesar de todas las polémicas que continúan surgiendo (como que las cenizas del cantante habían acabado en un festival celebrado en el desierto de Nevada) o imágenes patéticas como el último show de Angie al enterarse en directo en el programa Gran Hermano VIP, David Bowie se había ido, y había vivido una vida larga, plena, confusa, eufórica, dramática y finalmente, tranquila, recorriendo todos los caminos posibles hasta acabar en su casa, con su familia, donde decidiría morir. Al hacerlo, el sufrimiento de la familia Jones, que perdía a un hombre de sesenta y nueve años al que habían anunciado que pronto sería abuelo, quedó oscurecido por los millones de condolencias emitidos por todas partes del mundo, y que le reconocían como un hombre del renacimiento que se reinventó una y otra vez mostrando una nueva forma de hacer arte. No es probable que sepamos las circunstancias exactas de su desaparición, y algunos creen que sus últimos momentos le corresponden solo a él, habiéndose ganado el derecho de hacer lo que le dé la gana a salvo y en la intimidad de su hogar. Lo único que sabemos con seguridad es que utilizó su gran sentido dramático para hacer una reverencia final, convirtiendo su muerte en una obra de arte y un regalo para el mundo entero, y eso es algo que sabía cuando, días antes de marcharse, posó para una última sesión fotográfica, en la que aparece sonriente. La última imagen suya que quería que tuviésemos antes de regresar, esta vez para siempre, a las estrellas.