Última entrega de la etapa de Al Ewing y Joe Bennett en El inmortal Hulk que de forma magistral nos han conducido por los entresijos de la mente de Bruce Banner y de todas sus encarnaciones como el gigante verde. Panini Comics se abraza a la esperanza de poder salir del averno sin necesidad de sacrificar más almas.
¿Quién es Hulk?
A lo largo de los cincuenta números que duró la etapa de Ewing al frente de esta encarnación inmortal de Hulk, muchas preguntas fueron surgiendo, muchas miradas se dirigieron al pasado, al origen del monstruo. No era el primer autor que lo reflejaba, Bill Mantlo y Mike Mignola nos dejaron un episodio brutal en The Incredible Hulk Vol. 1 #312, que ahondaba en la infancia de Bruce Banner para descubrir que Hulk ya estaba presente en aquel niño, mucho antes de la explosión de la Bomba Gamma que expuso a los efectos de la radioactividad al científico que la había creado.
La ira y la frustración de un crío que vio morir a su madre a manos de un padre celoso y demente, que solo veía un rival por el amor de una mujer que no podía ser más cariñosa en todos los sentidos. He aquí el germen de la ruptura disociativa de una mente todavía frágil, que después mostraría evoluciones dignas de estudio psicológico.
Hulk es un reflejo de todo aquello, los sentimientos reprimidos que Banner acumuló, la parte que no quería que se viera, el miedo a convertirse en alguien como su padre, los abrazos que ya no pudo recibir de su madre. Era un espejo en el que no quieres mirarte, que te devuelve un reflejo que no quieres ver, que odias, que intentas ocultar a todos los que te rodean.
Una bestia que acumula todo lo que no parece correcto, la imagen de alguien enfadado, repleto de ira incontrolada, fruto de años de echar tierra sobre esa persona que no queremos ser. Lo creemos enterrado hasta que las circunstancias nos obligan. Una cadena de sucesos no planeada y que nos saca de nuestra zona de confort termina por provocar una explosión y de ella brota todo el resentimiento, nos enseña que el control es una virtud pero al mismo tiempo unas férreas cadenas que ocultan lo que de verdad se esconde en nuestro interior.
El perdón
Uno de los grandes conflictos que hemos vivido a lo largo de la historia del personaje es la que de forma permanente se vive entre Bruce Banner y su encarnación como Hulk, posturas muchas veces irreconciliables que en estas páginas van a encontrar ese reconocimiento de necesitarse. Hulk dejó atrás al débil Banner cuando le abandonó en esa encarnación del infierno que quedaba bajo los designios del padre de Bruce, antes de que el Líder tomase el mando. Será necesario un episodio, El inmortal Hulk #48, de título Escondites, para reconciliar la virtud de mantener unidas las dos encarnaciones, de remar todos en la misma dirección.
Un capítulo intimista que nos mostrará donde se encuentra la relación con Betty Ross, mostrando las costuras de un matrimonio viciado por el paso de los años y de todo lo que ha ido sucediendo en torno a ambos. Al final, como las otras veces que vimos separados a Hulk y a Banner, surge la necesidad de volver a reunirlos aunque solo sea porque el Gigante Esmeralda tenga sentimientos benévolos y eso vaya en contra de su ansia de destrucción.
Así que el camino pasa por utilizar el Portal Eterno, la herramienta que en aquellos momentos protegían Los Cuatro Fantásticos, tras un episodio hecho a base de splash pages y que termina con un título totalmente dantesco, que hace referencia a las palabras que están grabadas en las puertas del Averno en La Divina Comedia, “Abandonad toda esperanza quienes aquí entráis”.
El origen común
El mastodóntico episodio que cierra la saga, con más de ochenta páginas, nos trae una historia de retrocontinuidad para unir las vidas de Samuel Sterns, el Líder y Bruce Banner, Hulk. Un golpe magnífico que une aun más al héroe con su mayor némesis. Y qué forma tan dramática y sencilla para conseguirlo, un vistazo al pasado que les une más allá de lo imaginable, les convierte en familia. Al Ewing ha ido tejiendo una historia compleja que nos lleva a un desenlace a la altura, un combate por la supervivencia, por la moral y por el reconocimiento entre iguales.
El trazo de Joe Bennett brilla de forma soberbia, como lo lleva haciendo desde el primer episodio. Pero más si cabe en el último número, con cada viñeta tratada con mucho mimo, estudiada al detalle. Todo ello ha convertido al Inmortal Hulk en uno de los mejores comics publicados por Marvel a lo largo de los cuatro años que duró la publicación de los cincuenta números, desde 2018 a 2021.
Si no habéis tenido la oportunidad de haceros con la edición en formato Marvel Premiere os recomendamos que aprovechéis para hacerlo en el Marvel Deluxe que ha comenzado a publicar Panini, con dos tomos en tapa dura lanzados hasta la fecha. Un imprescindible que resulta único… a la espera de ver que hace Ewing con Inmortal Thor, aunque el sabor de la primera vez suele ser irrepetible.
